
Los niños saben que no tienen que dar golpes ni pataletas, aunque su enfado sea con uno de los robots de la casa como Alexa o la aspiradora Roomba. Según un nuevo estudio de los psicólogos de la Universidad de Duke, los menores perciben a estas máquinas como dispositivos inteligentes, a la primera más que a la segunda, y ambos merecen un trato amable por su parte. A veces son incluso más amables con estos dispositivos de inteligencia artificial que con algunas personas adultos.
Sin embargo, ese sentimiento disminuyó a medida que los niños de entre cuatro y once años avanzaban hacia la adolescencia. Estos hallazgos han sido publicados recientemente en la revista Developmental Psychology.
La autora principal, inspirada en parte en series como Westworld y la película Ex Machina, quería indagar en la relación que existe entre humanos y robots. “Vemos cómo los adultos pueden interactuar con los robots de estas formas tan crueles y horribles”, explica Teresa Flanagan.
Para averiguarlo, Flanagan reclutó a 127 niños de cuatro a once años, que tuvieron que visitar un museo de ciencias con sus familias. Los participantes vieron un clip de veinte segundos de cada tecnología y luego se les hicieron algunas preguntas sobre cada dispositivo. Según los resultados, en general, los niños decidieron que tanto Alexa como Roomba probablemente no tienen cosquillas y no sentirían dolor si los pellizcan, lo que sugiere que no pueden sentir sensaciones físicas como las personas.
Sin embargo, creen que Alexa poseía altas calificaciones en capacidades mentales y emocionales, como ser capaz de pensar o enfadarse después de que alguien tuviera un mal comportamiento con ella. “Y no es que piensen que todas las tecnologías tienen emociones y mentes, no creen que Roomba las tenga, así que hay algo especial en la capacidad de Alexa para comunicarse verbalmente”, sigue la autora.
Independientemente de las diferentes habilidades percibidas de las dos tecnologías, los niños de todas las edades coincidían en que estaba mal golpear o gritar a las máquinas. Sin embargo, cuando avanzaban hacia la adolescencia, tenían una mayor tolerancia a comportamientos violentos.
En su estudio, un niño de 10 años dijo que no estaba bien gritarle a la tecnología porque “los sensores del micrófono podrían romperse si gritas muy fuerte”, mientras que otro menor de la misma edad explicaba que no estaba bien porque “el robot realmente se sentirá muy triste”.
“Los niños de cuatro y cinco años parecen pensar que no tienes la libertad de cometer una violación moral, como atacar a alguien. Pero a medida que crecen, parecen pensar que no es bueno, pero que tienen la libertad de hacerlo”, concluye la autora principal.