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Norman Portanko: El hombre que transformó Neuquén

Norman Portanko: El hombre que transformó Neuquén

Norman Portanko, a sus casi 90 años, puede mirar atrás con orgullo y decir que logró convertirse en uno de los personajes más notables de Neuquén. Desde joven, tuvo claro su objetivo de ser parte del desarrollo y crecimiento de su ciudad natal. Nacido y criado en el poblado austero, veía cómo Neuquén empezaba a florecer y soñaba con formar parte de ese cambio.

En la década del 40, Norman, con tan solo diez años, presenció un acontecimiento importante para la ciudad. Los jugadores de Boca Juniors visitaban Neuquén y él pudo ser testigo de ello. Rememora con risas cómo un jugador se asomó por la ventana del hotel y les gritó que avisaran si llegaban los lobos, en referencia a que esa era la última calle del pueblo.

A pesar de haberse marchado a Buenos Aires para continuar sus estudios, Norman nunca perdió la conexión con su querido Neuquén. Después de veinte años fuera, regresó como representante de la empresa Olivetti, vendiendo máquinas de escribir y siendo uno de los pioneros en montar una tienda de televisores en la zona. Convencía a las personas de las ventajas de tener un televisor con imágenes en blanco y negro, incluso les permitía probarlos durante una semana y muchas veces las clientes se negaban a devolverlos.

Siguiendo el ejemplo de su hermana y su marido, Norman decidió incursionar en el mundo del teatro. Estudió actuación con profesores porteños y llegó a presentarse en la Comedia Nacional. Sin embargo, su verdadera pasión siempre fue la transformación de Neuquén.

Norman Portanko se convirtió en el primer concejal de la ciudad, dedicando su tiempo y esfuerzo a legislar y crear normas para un desarrollo ordenado. Además, fundó la inmobiliaria Sotomayor Portanko, que transformó las chacras antiguas en barrios como Don Bosco o Jardines del Rey, otorgando viviendas a los recién llegados.

En definitiva, Norman Portanko supo sintetizar la pujanza y el espíritu de los neuquinos a lo largo de su vida. Como hijo de un inmigrante ucraniano, llevaba en su sangre la determinación y las ganas de progreso. Desde su inmobiliaria en el tradicional edificio de Neuquén, vio cómo la ciudad creció hacia el sur y hacia el oeste, dejando atrás los días de lejanía y falta de servicios.

Fuentes:
– No disponible.